La fuerza que irradian las camisetas de Boca estrechadas en un abrazo es de una magnitud casi desconocida por el ser humano. Se sabe muy poco al respecto. Sin embargo podemos intuir que el poder de esos dos colores apretujados en un racimo de jugadores puede ser disparador de las pasiones más descontroladas en propios y extraños. Como por ejemplo quedó demostrado la tarde del 18 de septiembre de 1988 cuando Alfredo Graciani marcaba el segundo gol del superclásico que terminó en triunfo dos a cero y al llegar a la pista de atletismo decidió abrazarse a sus compañeros. Acción que hizo temblar más de la mitad del estadio Liberti y el árbitro del partido Ricardo Calabria, seguramente dejándose llevar por las emociones, decidió castigar con una tarjeta roja para el querido Murciélago.

Este fotozine es el volumen uno de una colección que servirá de excusa para comprobar que algunas cosas no cambian tanto con el paso del tiempo. 

A lo largo de estas páginas usted podrá ver caras muy queridas y otras no tanto. Jugadores fácilmente reconocibles pero también rostros que tal vez descubrirlos termine siendo una tarea compleja. No importa. Todos tuvieron algo en común. Se abrazaron por Boca.

Formato 15 x 21 cm, impreso en papel obra con tapa laminada en mate.

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