La mejor historia jamás contada empezó en un banco de la plaza Solís
A días de su trigésimo aniversario los autores decidieron repasar una conquista boquense que tuvo todos los ingredientes necesarios para ser recordada hasta el fin de los siglos. Para eso no dudaron en juntarse con los verdaderos protagonistas de aquel campeonato y tomar apuntes, bastante desprolijos por cierto, que intentan analizar casi minuto a minuto aquellas horas.
Casi en tiempo cumplido hay córner para Boca pero a esa altura importa poco. La gente empieza a cruzar el foso viendo cómo perforar un operativo policial de trescientos efectivos que rodea el campo de juego de la Bombonera tratando de evitar lo inevitable. Caen cohetes sobre el área mientras Saturno, Cabañas y Giunta sonríen y piden calma. Viene el centro pero hay un despeje. Ya nadie mira nada. Tras descontar un minuto, a las 22.09 del 20 de diciembre de 1992, Francisco Lamolina dice basta y Boca se convierte en el nuevo campeón del fútbol argentino. La interminable espera de once años llegaba a su fin y era hora de dar una vuelta olímpica buscada con desesperación.
A la mañana siguiente con las primeras luces del amanecer podían verse los rastros de una noche única e irrepetible. Quedaba la sensación de que un terremoto atravesó el país de punta a punta pero no, era Boca que había tocado el cielo con las manos y su felicidad fue arrasadora.
¿Qué significado tuvo exactamente ese campeonato en la historia del club y en los corazones de sus hinchas? ¿Cómo fue vivir, sufrir y ganar el Apertura 92? ¿Hay analogía más perfecta para tanto desahogo, que los festejos terminen con el alambrado de Casa Amarilla derribado por jugadores y gente al mismo tiempo? ¿Por qué la prensa especializada decía que existían desacoples defensivos en un equipo que llegó a estar más de nueve partidos consecutivos con la valla invicta? Todos interrogantes que los autores buscaron responder juntándose cara a cara con los protagonistas para charlar de aquel logro, echando mano a una serie de apuntes algo caóticos y desprolijos, donde reconstruyeron casi semana a semana lo que fue esa mítica estrella que marcó a fuego a todo Boca.
Este cuaderno de apuntes, al que algunos se empecinan en llamar libro, pasará en secreto, de generación en generación, con un único objetivo: que nadie se anime a decir que ganar un torneo local no tiene valor. Y que todo el que así lo desee pueda comprobar en detalle cómo lucharon jugadores y cuerpo técnico para quedarse con ese Apertura 92, un campeonato ganado y festejado a lo Boca.
Portada en rústica con laminado mate, solapas e interior en papel ahuesado de 80 grs. Tamaño 15 x 23 cm. 280 páginas. Incluye señalador, envoltorio de colección y prólogo a cargo del gran Marcelo Guerrero.
A días de su trigésimo aniversario los autores decidieron repasar una conquista boquense que tuvo todos los ingredientes necesarios para ser recordada hasta el fin de los siglos. Para eso no dudaron en juntarse con los verdaderos protagonistas de aquel campeonato y tomar apuntes, bastante desprolijos por cierto, que intentan analizar casi minuto a minuto aquellas horas.
Casi en tiempo cumplido hay córner para Boca pero a esa altura importa poco. La gente empieza a cruzar el foso viendo cómo perforar un operativo policial de trescientos efectivos que rodea el campo de juego de la Bombonera tratando de evitar lo inevitable. Caen cohetes sobre el área mientras Saturno, Cabañas y Giunta sonríen y piden calma. Viene el centro pero hay un despeje. Ya nadie mira nada. Tras descontar un minuto, a las 22.09 del 20 de diciembre de 1992, Francisco Lamolina dice basta y Boca se convierte en el nuevo campeón del fútbol argentino. La interminable espera de once años llegaba a su fin y era hora de dar una vuelta olímpica buscada con desesperación.
A la mañana siguiente con las primeras luces del amanecer podían verse los rastros de una noche única e irrepetible. Quedaba la sensación de que un terremoto atravesó el país de punta a punta pero no, era Boca que había tocado el cielo con las manos y su felicidad fue arrasadora.
¿Qué significado tuvo exactamente ese campeonato en la historia del club y en los corazones de sus hinchas? ¿Cómo fue vivir, sufrir y ganar el Apertura 92? ¿Hay analogía más perfecta para tanto desahogo, que los festejos terminen con el alambrado de Casa Amarilla derribado por jugadores y gente al mismo tiempo? ¿Por qué la prensa especializada decía que existían desacoples defensivos en un equipo que llegó a estar más de nueve partidos consecutivos con la valla invicta? Todos interrogantes que los autores buscaron responder juntándose cara a cara con los protagonistas para charlar de aquel logro, echando mano a una serie de apuntes algo caóticos y desprolijos, donde reconstruyeron casi semana a semana lo que fue esa mítica estrella que marcó a fuego a todo Boca.
Este cuaderno de apuntes, al que algunos se empecinan en llamar libro, pasará en secreto, de generación en generación, con un único objetivo: que nadie se anime a decir que ganar un torneo local no tiene valor. Y que todo el que así lo desee pueda comprobar en detalle cómo lucharon jugadores y cuerpo técnico para quedarse con ese Apertura 92, un campeonato ganado y festejado a lo Boca.
Portada en rústica con laminado mate, solapas e interior en papel ahuesado de 80 grs. Tamaño 15 x 23 cm. 280 páginas. Incluye señalador, envoltorio de colección y prólogo a cargo del gran Marcelo Guerrero.